Esta mañana, durante mi habitual paseo por la laguna de Torrox, oí una femenina voz que me decía:
- Señor, señor, oiga, espere, que se le ha caído una lágrima.
Me paré para atender a la chica que me mostraba una temblorosa lágrima sobre su extendida mano. Tras observarla con detenimiento le dije:
- Gracias, pero no es mía, esa es de cocodrilo y no duelen.
-Vaya, me dijo ella, no sabía que había esa clase de bichos por aquí.
- No temas, le sonreí, no son peligrosos. Los bichos malos son los que han provocado las mías...
Llovía, en realidad eran los dioses los que lloraban.
Y salí corriendo, la costumbre...
- Señor, señor, oiga, espere, que se le ha caído una lágrima.
Me paré para atender a la chica que me mostraba una temblorosa lágrima sobre su extendida mano. Tras observarla con detenimiento le dije:
- Gracias, pero no es mía, esa es de cocodrilo y no duelen.
-Vaya, me dijo ella, no sabía que había esa clase de bichos por aquí.
- No temas, le sonreí, no son peligrosos. Los bichos malos son los que han provocado las mías...
Llovía, en realidad eran los dioses los que lloraban.
Y salí corriendo, la costumbre...

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