En este cada vez más alexitímico mundo nadie se para a pensar en el martirio que le dan a las uvas, hasta convertirlas en vino. Nadie piensa en el dolor de las plantas al parir las flores ni en el cruel encierro de los gusanos hasta convertirse en seda. Pocas personas ven el largo y sinuoso camino del lápiz hasta conseguir que su impronta se convierta en sintonía de lenguas, en besos enredados como algas en agua de mar...