Gracias a todo el personal que se ha molestado en felicitarme por mi sexagésimo primer cumpleaños. Aunque yo no soy muy dado a celebrar estas cosas, de hecho el día de ayer fue un día como otro cualquiera y que pasé a solas, con mucha gente. A mí me gusta celebrar, y así trato de hacerlo, cada amanecer, cada puesta de sol, cada silenciosa noche. En definitiva, me gusta celebrar la vida, esa por la que a diario pasamos a veces sin ni siquiera darnos cuenta. Ayer durante mi diario paseo en bicicleta me paré a echar unas fotos a unos girasoles, eso es un verdadero regalo, repito, es vida. Cumplir años también acarrea su lado triste, ver que te faltan las felicitaciones de algunas de tus amistades de siempre, de las que realmente llegaste a conocer en vida y que Facebook se encarga de recordarte. Eso te hace arrancar una sonrisa triste. Recordar a todas las amistades y familiares que pasaron al otro lado. Pero como me gusta ser positivo, me quedo con el lado bueno, con el verdadero regalo, haber tenido la suerte de haber compartido grandes y no menos grandes momentos con ellos. Cuando te das cuenta llevas una hora ensimismado pensando en esos ratos y eres consciente de que ese es el mejor regalo de cumpleaños, haber compartido parte de sus vidas. No se puede recordar ni celebrar lo que no ha sucedido. Pues sí, amigos/as, vuestro recuerdo fue mi mejor regalo de cumpleaños, me tuvisteis casi todo el día entretenido con nuestras vivencias. Gracias por haber pasado por mi vida y por seguir estando en mi memoria. Mis ausentes presentes.
Yo no cumplo años, cumplo recuerdos.
Álvaro Caputto Ruiz