Diecisiete días errante, casi tres mil kms al volante. Calor exagerado, hoteles, grandes comilonas, aire acondicionado, copas... De copiloto un canalla, un tío enorme que, de vez en vez, se emociona ante la belleza de lo simple. Un campo verde, un campo seco, una costa que se duerme, lluvia, tormentas, risas, broncas, broncas risas... Un amañado miércoles de piedras y algas. Un caminar elegante, enchanclado. Una voz, una incertidumbre, un abrazo...
Ya en casa, haciendo las paces con mi abandonada furgo, saboreando el café y la comida de siempre. Deseando volver al mar, a su cierta maresía, a su voz, abrazado a la sonrisa de un mirar...
Quizás lo cuente al micrófono, quizás no.
La mar de emociones..
Ya en casa, haciendo las paces con mi abandonada furgo, saboreando el café y la comida de siempre. Deseando volver al mar, a su cierta maresía, a su voz, abrazado a la sonrisa de un mirar...
Quizás lo cuente al micrófono, quizás no.
La mar de emociones..