Mostrar una sonrisa, aunque sea fingida, es fácil. Enseñar las arrugas provocadas por el dolor, sin pudor, es un acto de libertad. Una vez, alguien a quien quiero y respeto mucho, me dijo que mis escritos muestran siempre un halo de tristeza. Yo le contesté que nada es más sincero que la pena, que canta cuando siente, cuando padece. La tristeza, a mi molesto entender, es algo íntimo, algo que sólo compartes con quien realmente lo merece...