Eterna noche en la playa, a solas. Tenía lápiz pero carecía de papel, tampoco había paredes encaladas para grafitear. Decidí clavarlo en la arena y, a ojos cerrados, escuchar los holas del mar. Descubrí, al amanecer, que a veces en la oscuridad un lápiz también es un faro, aunque esté callado... Vuelvo a casa, mojado y con los sentimientos entimecidos...
