Y por fin, el triste tuareg llego al mar. La sal se mezcló con la arena bajo sus pies. El sol le provocó quemaduras en los labios y éstas, al contacto con el agua del mar, hizo que los músculos de la boca se tensaran, obligándole a sonreír.
A mar, sonrisa...
2 comentarios:
El peor mal de los males es estar triste...Ja ja ja...
essmahli.
Essalamô ââlaykôm !!!
De Marisa, gracias
Publicar un comentario