Cuanto más peldaños subía, más bajo caía. Por ello, un día, decidí caminar en línea recta sobre una tumbada escalera de caracol. Descubrí la de vueltas que da la vida...
El poder saborear los otoñales rayos del sol, el húmedo aroma de una silvestre flor. Caminar bajo la lluvia sin obligación. Sentir el frío en el rostro por gusto. Llorar una alegría, compartir una sonrisa y una cómplice mirada. Echar un cigarrillo a luz de la candela, esa que le baila en los ojos. Lluvia, fuego, viento, sol, luna y millones de estrellas alimentan la libertad que me sosiega...