Déjame
cabalgar tus olas de sudor, navegar en tu desatada tormenta. Déjame domeñar tu
agitada ansiedad, aprovechando tu loco respirar. Déjame descansar en tu
vientre, al pairo, disfrutando de alguna que otra onda provocada por el tu
ahora sereno soñar. Déjame fondear en tu salada piel, mientras espero un nuevo
amanecer de tus ojos. Déjame ser el marinero de tus besos, anclado a tus
mareas. Déjame ser el presente de tu futuro…
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