El verano negó las lágrimas,
las evaporó, haciéndolas nubes.
Llegó el otoño, desatando tormentas,
la lluvia desnudó mis ojos.
Los senderos se alfombraron de hojas
que chillaban bajo
mis pies.
Volvió el calor, secando mis huellas,
que marcadas quedaron en el barro…
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