Con
viento frío, al poniente,
canta
el gallo, poseyente,
despierta
el recuerdo, obligado.
Cerca
se intuye el sonoro mar,
a
un cigarrillo de camino,
mi
vida y, con seguridad, mi destino,
olas
sobre las que cabalgar.
¿Por
qué el mar acarrea tantas memorias
y
se lleva tan pocas?
¿Por
qué rompen en las rocas
tantas
y tantas historias?
¿Quién
se dedica a mandar mensajes?
mensajes
sin papel ni botella,
esos
que el viento en tu cara estrella,
esos
que rugen entre los oleajes.
Fruto
de Hermes y Afrodita,
el
mar, la mar, marineros de almas bravas
colores
y aromas, túnidos de almadrabas,
su
orilla, escaparate de aguas bendita.
Cambia
el mar sus azules
con
la explosión del azahar.
Eolo
se empeña en las letras alterar
y
las hace Zahara de los Atunes.
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