Si bien es cierto que soy agnóstico total, no es menos cierto que ciertas enseñanzas me dejan con la mirada perdida en el horizonte. Esta semana he aprendido que, según Bhuda, no hay que llorar a los muertos, porque nuestra pena les llena de tristeza y así nunca conseguirán la paz completa que necesitan para descansar. Recordadlos y honradlos, sonreírles alguna que otra vez... Sólo muere quien es olvidado.
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