De nuevo la ilusión llama a mi puerta.
Me he enamorado de una foto en blanco y negro,
de esas que no mienten, que cuentan sin adornos.
La cocina de toda la vida, con aroma a especias,
a carbón, al norte del oeste. El pelo recogido,
un gris delantal, una sonrisa, un cumpleaños,
unos ojos versados, unos oídos susurrados...
sabor postrero, miel y bersos...
Frutha del paraíso.
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