Tengo la necesidad imperiosa de escribir algo sobre el caso de nuestra Marta. Sí, sobre esa Marta que desde hace tiempo es nuestra hija y nuestra hermana. No sé si el hecho de tener cuatro hijas me ha sensibilizado mucho más. No creo. El caso es que llevo bastante tiempo pegado a las noticias para saber si había la posibilidad de un final feliz. Ya sabemos que no. Ahora la gente pide a gritos el endurecimiento de las penas para los autores de su muerte. Normal ya que han causado mucho dolor a toda España. Pero yo quiero lanzar una puya que me consta levantará ampollas por doquier. ¿No creen ustedes que todos somos un poco culpables de esa muerte? Me explico. La sociedad ha mutado una barbaridad. Cada uno vive entre sus cuatro paredes sin preocuparse de si hay niños que no van a la escuela o no son atendidos por sus padres en condiciones. Luego nos quejamos de que son unos salvajes. Me acuerdo que en mis tiempos mozos se vivía en casa de vecinos y se compartía todo, hasta la educación de los niños. Si una familia pasaba apuros se le ayudaba en lo que se pudiera. Se educaba entre todos y nadie se ofendía si un vecino reñía a tu hijo. Eso, para mí, era la convivencia, DE TODOS PARA TODOS. Hoy nos empeñamos en que nuestros hijos tengan las mejores cosas posibles pero no se les enseña a convivir. Crecen más ricos materialmente pero mucho más pobre cívica y espiritualmente y por supuesto no nos preocupamos de los niños del vecino, allá ellos. Creo que eso nos desautoriza totalmente a pedir penas de muerte para esos niños malcriados. Por favor, que nadie tome estas líneas como defensa de los autores de la muerte de nuestra malograda Marta, para nada. Estas líneas son sólo una invitación a toda la sociedad a que participen mucho más en la educación de los chaveas. Por favor, recapacitemos para que no haya más Martas y por supuesto, ningún asesino más. A ti Marta, donde quiera que estés, te digo que siento enormemente no haber reaccionado antes para evitar tu temprana muerte y te mando ese enorme y reconfortante abrazo que sé que necesitaste en el momento de tu muerte. Te recordaré siempre. Descansa en paz niña mía.