viernes, 15 de agosto de 2014

Una tormenta de verano...

Sin saber cómo ni por qué, apenas vislumbrado el ecuador de este mes de agosto, se me desprendieron unos pensamientos que, al caer, salpicaron a los sentimientos. Las nubes creadas comenzaron a soltar lluvia hacia dentro, lluvia que al poco se transformó en riada. El corazón, ante el temor de un incontrolado desbordamiento, comenzó a bombear con fuerza hacia el exterior en vano intento. Los ojos no estaban por la labor, no quedaba otro remedio que tragar y tragar con tal de evitar un desvarío. Poco a poco, achicando de aquí y allá, las aguas volvieron a su cauce. Las nubes se fueron evaporando, lucía de nuevo el sol y los niños volvían a jugar en la orilla del mar.
Sólo fue una tormenta de verano...