martes, 19 de mayo de 2009

Mal de muchos...

Ando aquejado de una hernia discal que me trae por la calle de la amargura. Vaya tela como duele, a veces el dolor se hace insoportable. No puedo coger peso ni permanecer mucho tiempo en la misma postura. Estar sentado se convierte en un verdadero suplicio. Pues bien ayer por la mañana me sentía especialmente agobiado ante tanto sufrimiento. Decidí darme una solitaria vuelta por las aún frescas calles cordobesas para distrarme un rato. Sin apenas darme cuenta llegué a la plaza de las Tendillas. Estaba observando la obra del Sr. Inurria cuando de pronto oigo que me dice el caballo del mencionado monumento:
-"Cómo te entiendo, qué me vas a contar a mí que llevo casi 106 años con el peso de este gachó en los riñones, sin moverme y aguantando sobre sólo tres patas".
No me podía creer que el equino me estuviera hablando pero sí me di cuenta de cuánta razón tenía. Sin darme tiempo a digerir lo acontecido seguí mi camino y en un salto me entré en la judería. Andaba ensimismado en mis cosas cuando de repente oigo una voz que trata de llamar mi atención. Me giro y veo que estoy ante el señor Maimónides que me dice:
- "Ay compañero, casi 45 años llevo yo aquí sentado, haga frío o calor, no te puedes hacer una idea de cuánto te comprendo. Tanto tiempo en la misma postura mata, lo que daría yo por poder estirar las piernas como tú un rato".


Ya alucinando en colores, sin ser consciente de mis pasos me adentré en el museo de D. Julio Romero. Andaba saboreando sus pinturas cuando una de sus encantadoras mujeres, La Chiquita Piconera, con sus tremendos ojos fijos en mí me sisea:


- Ochenta años llevo yo aquí inclinada, en la misma postura. Vaya si sé cómo te sientes jerezano.
Dios, salí de allí echando humo. Creí que me estaba volviendo majara perdío. ¿Cómo me podían hablar esas obras de arte? Después de correr asustado un buen trecho fuí consciente de que mi dolor no me había impedido correr. Esto, junto al hecho de ver que no era yo sólo el que sentía dolor en este mundo hizo que me sintiera algo mejor. Ya saben aquello de:


MAL DE MUCHOS, CONSUELO DE TONTOS.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya lo dije antes. Estás hecho polvo pero muy bien hecho.
Germán Prieto

Anónimo dijo...

Qué envidia me da ese paseo matutino.

Anónimo dijo...

Un paseo matutino por las calles cordobesas tonifica. Tu desenfadada prosa dan ganas de pasear y "charlar", aunque sea con inanimados personajes.

Un placer leerte Caifa