Me levanté en la madrugada con ganas de plasmar tu imagen en un lienzo. Me apetecía pintar el brillo de tus ojos, la sonrisa de tu cara y el pastel de tu piel. Tu anillado pelo en rebeldía y esa gama intensa de colores que componen tus diversos estados de ánimo. Desgraciadamente, al coger la paleta, me di cuenta que sólo disponía de pintura blanca y negra. Mala suerte la mía, ni lágrimas podía plasmar. Otra noche más en blanco y negro.
1 comentario:
Por fin este blog empieza a ser lo que era. Y empieza muy bien por cierto.
¡Ya era hora!
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