Ya han pasado cuatro meses. Cuatro meses de continuas reparaciones. Mi casa va mejorando por momentos pero sigue sin sabor, vacía de hogareños sonidos. Mucho color pero cada vez menos calor. Llegará el momento es que esté bonita, de escaparate, pero los escaparates no tienen vida. Son para mostrar al público con la idea de que cada cual le ponga sus historias. Curiosamente esta casa nunca tuvo historia, o tuvo poquísima. Pasará al futuro conocida como la cárcel triste del presente ausente o como la del ausente presente. Sí, cuatro meses ya. Cuatro meses de silenciosos recuerdos que no son de este mundo. Esta casa huele a pintura, que no a sus pinturas. No huele a champú o detergente, huele a soledad deprimente. Sí, cuatro meses ya, acompañado sólo de vívidas imágenes, cada vez más lejanas en el tiempo.
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