No quiero que me mires, quiero mirarte.
No quiero que me oigas, quiero oírte.
No quiero que me beses, quiero besarte.
No quiero que me acaricies, quiero acariciarte.
No quiero que me bailes, quiero bailarte.
No quiero que me cabalgues, quiero navegarte.
No quiero que me suspires, quiero alientarte.
No quiero que me pidas, quiero pedirte.
Pedirte quiero que estés ahí, para contagiarte
todo lo que quiero, porque no hay nada más
contagioso que el amor que te siento.
Cuando por fin estés contaminada podrás
comprender el porqué quería mirarte, oírte,
besarte, acariciarte, bailarte, navegarte y,
sobre todo, entenderás por qué nada te pedía.
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