domingo, 1 de septiembre de 2013

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Qué gran verdad eso de que nada es igual al primer amor. Yo no consigo olvidar al mío. La primera mujer con la que me acosté, era una morena guapísima, una experta en caricias. Me besaba como nunca más me volvieron a besar. Sus pechos...Dios mío, qué pechos!... y encima sabía cocinar...
Juer, qué grande era mi madre!!!

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