En mi ya tan agostada vida, he realizado multitud de travesías. Pocas veces me han llevado a buen puerto, en muchas he naufragado, estrellado contra las rocas. Pese a todo he disfrutado a tope, desde el principo del proyecto. Planearlo, construirlo y después surcar esos mares han sido un puro deleite, incluso cuando he tenido que remar duramente debido a la calma chicha. Puede que el error haya sido confiar demasiado en los vientos alisios, no lo sé. Lo que sí sé es que seguiré haciendo lo mismo, ilusión no me falta, tesón tampoco. La mayoría de las veces el triunfo no consiste en llegar a destino, sino en disfrutar de la música del mar y del vuelo de los albatros. Y ahí ando, al pairo... creciendo y aprendiendo.