martes, 28 de octubre de 2008

Una bonita historia de amor

Deambulaba un día por las calles mojadas de la ciudad, ensimismado en mis ausencias, cuando de repente, se me acerca una anciana, escuálida y percudida, con una gran tristeza colgada de sus gastados ojos. Rozándome el brazo me dijo:
-Ayúdeme buen hombre.
La miré angustiado y le dije que yo también era pobre, que estaba parado y no tenía nada que darle. Ella mirándome directamente a los ojos me contestó:
-Eso no es cierto, se te ve que eres rico en amor y me podrías dar un poco.
Ante mi cara de perplejidad, añadió:
-No te preocupes, eso es como donar sangre. Puedes ayudar a alguien y al poco esa sangre donada se renueva con más energía.
He sido donante de sangre toda mi vida y sabía que eso era cierto. Así que decidí donarle un poco de amor a aquella linda anciana la cual se alejó de mí con una sonrisa en sus labios.
Alucinando aún seguí mi camino. Al instante me vi reflejado en un escaparate y pude comprobar que yo también tenía pintada una gran sonrisa en mi cara. Me giré y pude ver que la dulce anciana me estaba mirando con una franca sonrisa en sus ya no tristes ojos. Eso hizo que mi sonrisa se hiciera muchísimo más grande.

No hay comentarios: