A la sierra me marché buscando aquellos silvestres amaneceres llenos de jaras y flores besadas por el rocío. Noventa kilómetros de sonrientes recuerdos manchados hoy por la tristeza. Donde antes había refugio sólo queda dolor. Ni las aves marcan sus trinos ni las plantas su aroma. Ya no me regala el silencio los oídos, más bien al contrario, la rabia grita desaforadamente. A matacaballo se suceden las imágenes que antes me acariciaban y que ahora producen tanto temor.
Sonríeme una lágrima.
2 comentarios:
Curioso comprobar que en un mismo paisaje y sonidos todo cambia…
Podemos ante un mismo cuadro y verlo y sentirlo totalmente distinto.
Cambia nuestro interior… y eso, a pesar de que en muchos casos duela, significa madurar, sentir. Estar vivo!
Corrección errata:
Donde digo: "podemos ante"
quiero decir: "podemos encontrarnos ante"
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