Aquí no encontrarás flores de colores, y si las hubiera olerían a soledad, olvido e hipocresía. No le tengo miedo a la muerte, sólo miedo a mi propia debilidad. Miedo de que la incertidumbre en la que vivo, esa constante tensión entre esperanza y abatimiento, pueda debilitarme y hacerme caer en manos de ese miedo a la muerte que tanto temo.Tantas cosas he perdido ya que me veo condenado a vivir en una continua soledad. Camino en mi noche esperando el alba, mas éste no llega. Temo que la noche se haga eterna sin tener la oportunidad de ver la luz alguna vez. Todo esto sucede en esta andadura desflecada en el suplicio, esta avería en los sentidos como acuarela de sombras y martirio. Y siempre acompañado de la eterna pregunta:
¿Por qué pierdo todo menos mi traicionera memoria?