Sí, mi sueño se hizo realidad. Desde entonces tengo sueño, mucho sueño, mas cuando duermo no puedo soñar y cuando sueño no puedo dormir. Doy cabezadas sin apenas tener tiempo para quitarme la ropa y desnudarme el alma. Me navegan los escritos, en mi vieja máquina de escribir, y me flota cerca el martillo que el paraguas no pudo impedir me cayera del cielo. Navégome mi propia tempestad en calma y, tengo muchos sueños acumulados, mas sigo insomne. Mi silencio se hace grito calmo y lo escribo. Escribir es traducir mi silencio y, en silencio, cuento los sueños aún no dormidos.
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