Son las tres de la madrugada y estoy perfectamente despierto, desvelado y lúcido. Tengo el cerebro afilado y listo. No tengo sopor alguno. Estoy completamente consciente, de manera que capto muy bien todo lo que pasa a mí alrededor de una manera nítida, precisa, distinta y clara. No tengo ninguna confusión.
¿Qué es lo que me pasa? ¿Por qué estoy incómodo? Más allá de la ventana, en la bóveda celestial, se desdibuja la tímida luna mientras yo siento los latidos del corazón, pausados y regulares. Noto mi pulso. Respiro con fruición la fresca brisa que entra por la abierta ventana y de pronto me doy cuenta de que no necesito nada material, sólo paz.
No tengo deseo ni sexual ni material. Bueno sí, deseo de saber, amar y sobre todo de estar en completa y perfecta armonía conmigo mismo. Estoy en ello.
¿Qué es lo que me pasa? ¿Por qué estoy incómodo? Más allá de la ventana, en la bóveda celestial, se desdibuja la tímida luna mientras yo siento los latidos del corazón, pausados y regulares. Noto mi pulso. Respiro con fruición la fresca brisa que entra por la abierta ventana y de pronto me doy cuenta de que no necesito nada material, sólo paz.
No tengo deseo ni sexual ni material. Bueno sí, deseo de saber, amar y sobre todo de estar en completa y perfecta armonía conmigo mismo. Estoy en ello.
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