La amistad es una religión sin dios, sin juicio final y sin diablo. El estado ideal de la existencia. Un estado apacible. Un vínculo necesario y poco común.
La amistad perfecta debería ser como la soledad, pero afortunada, liberada de angustia, rechazo y aislamiento. La mirada del amigo debería revelarnos, sin indulgencia, nuestra propia imagen.
La amistad se debe regir por el respeto a uno mismo para que los demás nos correspondan con naturalidad. La mayor parte de la gente quiere con gran injusticia, por no decir desvergüenza, que sus amigos sean tales como ellos no pueden ser y exigen a sus amigos lo que ellos mismos no están dispuestos a hacer por estos. Lo justo por el contrario, es que comencemos por ser buenos nosotros y busquemos luego otros que se nos parezcan.
Existen los amigos de paso, los intermitentes y los amigos. El tercero de ellos es el único válido. El incondicional. ¡Hay tan pocos!
Asusta pensar que acaso las admiraciones más sinceras que despertamos en los demás, son de las personas que no nos han comprendido.
La amistad perfecta debería ser como la soledad, pero afortunada, liberada de angustia, rechazo y aislamiento. La mirada del amigo debería revelarnos, sin indulgencia, nuestra propia imagen.
La amistad se debe regir por el respeto a uno mismo para que los demás nos correspondan con naturalidad. La mayor parte de la gente quiere con gran injusticia, por no decir desvergüenza, que sus amigos sean tales como ellos no pueden ser y exigen a sus amigos lo que ellos mismos no están dispuestos a hacer por estos. Lo justo por el contrario, es que comencemos por ser buenos nosotros y busquemos luego otros que se nos parezcan.
Existen los amigos de paso, los intermitentes y los amigos. El tercero de ellos es el único válido. El incondicional. ¡Hay tan pocos!
Asusta pensar que acaso las admiraciones más sinceras que despertamos en los demás, son de las personas que no nos han comprendido.
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