martes, 22 de julio de 2008

Carta al Sr. Calderón de la Barca


Estimado Sr.

Permítame la osadía de dirigirme a usted sin que nadie nos haya presentado. El motivo de la presente es mostrarle mi total desacuerdo con algo que plasmó usted no recuerdo ahora dónde. En resumidas cuentas dijo usted algo parecido a:

"La vida es sueño y los sueños, sueños son"

En cuanto a la primera parte estoy de acuerdo. Efectivamente, la vida es un sueño y sólo hay que aprender a soñarla. En cuanto a la segunda parte es donde ya me crea usted un pequeño conflicto. Los sueños, querido amigo, son VIDA y hay que vivirlos. Me explico. Yo siempre soñé con tener una casita en el campo. A lo más que llegué (y no supe disfrutar), es a tener un piso con terraza, en la que había cuatro plantitas en flor que no tuve tiempo de cuidar. No supe ver esa parte de mi sueño cumplido. Pues bien, ahora, tras cincuenta años de búsqueda, por fin tengo un pedazo de cortijo en el campo. La casa es preciosa y el terreno lo he tenido mucho tiempo en barbecho para que se recuperara. Hace ya unos meses que me dedico a cultivarlo y abonarlo constantemente. Ya mismo lo tengo preparado para albergar las semillas de aquellas cuatro plantas que tuve la precaución de guardar con amor. En breve las sembraré. Las cuidaré con esmero. No les faltarán agua ni abono. Las protegeré de las tormentas y cuando haga frío las pondré bajo abrigo. En poco tiempo espero poder disfrutar de nuevo de jazmines, amapolas, margaritas y buganvillas. Además espero introducir nuevas variedades.

Cuando todo esto suceda, Sr. Calderón, recogeré un buen ramo y lo depositaré a los pies de su tumba como símbolo de respeto y prueba fehaciente de que los sueños son vida.

¡MI VIDA!

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