Corría el año 1978, tal día como hoy, un 25 de agosto, cuando llegaste al mundo. Te pusimos Carolina por nombre pero todo el mundo te llamaba Carol. A mí me gustaba llamarte, aún hoy, Caro, porque caro en italiano quiere decir querida/estimada/cariño. Eras una niña encantadora, guapa, lista, simpática y te encantaban los animales. Con apenas tres años, mis amigos te preguntaban cómo era tu padre y tú siempre contestabas lo mismo: Mi padre es chulo, competente y guapetón. Enamorabas a todo el que pasaba por tu vida. Estabas muy unida a mí, al igual que yo a ti. Tenía que salir a escondidas de casa porque te hartabas de llorar si no te llevaba conmigo. Así que, prácticamente ibas a todos lados conmigo, al trabajo, a la piscina, hasta te llevaba conmigo cuando salía con mis amigos, a los que también les tenía conquistado el corazón. En feria te marcabas cientos de sevillanas conmigo, no tenías hartura. La cosa llegaba a tal extremo que hasta una vez, en La Barrosa, te tuvimos que llevar a Urgencias por una herida infectada que tenías en el dedo gordo del pie. Te tenían que abrir el dedo para poder sanearte la tremenda infección que tenías. No hubo manera de meterte mano y la liaste bien gorda, a tal punto, que el mismo médico, en persona, tuvo que salir a pedirme que pasara contigo. Sólo así te sometiste al bisturí, sin ni siquiera anestesia, sin rechistar, al estar asida a mi dedo. Tú nunca me dabas la mano cuando paseábamos, no, tú te asías con fuerza a mi dedo corazón, como si temieras perderme. Esta costumbre llegaba a tal punto que, incluso para dormirte, tenías que estar sujeta a mi dedo. Cuando te sentía dormida, con sumo cuidado, te soltaba el dedo ya que incluso se me llegaba a dormir el brazo de tenerlo tanto tiempo extendido. Tal como te lo soltaba te despertabas de nuevo y vuelta a empezar. Nunca olvidaré aquellas nocturnas estampas, tu hermana Silvia dormida encima de tu madre, en pleno verano y yo, al lado de mamá, con el brazo dormido, extendido hacia tu pequeña litera para que te pudieras asir a tu dedo salvador. Hoy cumples 34 años, estás casada y tienes dos preciosas niñas, Alba y Esther. Sí, tienes una linda familia y ya, desde hace años, no necesitas sujetarte a mi dedo. Lo que resulta curioso es que, desde que me lo soltaste, el que no duerme y anda perdido sea yo. Lo dicho, cumples 34 años pero sigues siendo mi Caro, así que: